jueves, 13 de octubre de 2011


SISTEMA SOCIALISTA
Por Luz Adriana Pardo Oyola

HISTORIA
La condición precaria en que aún se encontraba la clase obrera, dio, lugar a que por varios decenios se impusiera el socialismo, hizo que ella actuara en la Revolución Francesa de 1830 como un simple agregado de la burguesía. Poco a poco sus miras y su acción se fueron radicalizando y por eso, en los mismos años 30, hubo levantamientos proletarios en París y en Lyon, determinados por las malas condiciones de trabajo, y en el otro país industrializado, Inglaterra, ocurrió en el mismo lapso el notable movimiento conocido con el nombre del Cartismo, del que diremos unas palabras.
Las clases medias inglesas habían conquistado en 1832 el derecho al voto, ejemplo que dio lugar a que el obrerismo reclamara el sufragio universal. El movimiento organizado en torno de la Carta, o sea la petición dirigida al Parlamento en ese sentido, tuvo su hora de plenitud en 1838, pero la agitación continuó por un tiempo más sin que las peticiones obtuvieran éxito. Ellas no eran sólo políticas: también había unas de carácter social, como las relativas a una mejor vivienda y a trato humano por parte del patronato. El Cartismo fue el equivalente inglés de las revoluciones de 1848 en varios países del continente. Los cartistas pensaban en efecto que el voto universal era el paso obligado hacia la transformación completa de la sociedad. Por algo Marx y Engels, yendo más al fondo, escribieron en dicho año del 48 que en lo que se debía pensar era en el derrocamiento del capitalismo. Conquistas como la primera ley de fábricas y la reducción de la jornada de trabajo a diez horas, no alcanzaron a atemperar las ambiciones radicales de los cartistas. Cuando sus dirigentes organizaban sindicatos y trataban de unirlos en un solo frente, daban la prueba de que su pensamiento iba más allá de las reivindicaciones inmediatas.
Es sabido que las revoluciones europeas de 1848 no alcanzaron a estar teñidas de colores extremos. Donde la revolución fue más intensa, en Francia, no pasó del derrocamiento del rey burgués Luis Felipe y de la creación de un gobierno provisional en el que figuraba Louis Blanc en representación del socialismo; en Alemania se obtuvo la abdicación del rey de Baviera; en Austria la promesa de una Constitución por parte del Emperador; en Italia Garibaldi y Mazzini declararon que había terminado el poder temporal del Papa, el que huyó de Roma, y en Holanda, Bélgica y Suiza hubo algunas reformas constitucionales. Fueron revoluciones de vastas repercusiones, aunque no socialistas, como lo subraya el tratadista Cole, pero si tomamos en conjunto esas sacudidas, podemos decir que todo indicaba el comienzo de otra era.
Al escribir que en 1848 se abría otro capítulo en los anales de la liberación humana, nos basamos en el hecho de que en ese año se manifestaron dos movimientos que debían confluir: de un lado el estrictamente obrero, expresado en luchas como las que hemos mencionado, y del otro, el movimiento socialista, con una filosofía precisa, pues fue entonces cuando se publicó el Manifiesto Comunista, en el cual Marx y Engels fijaron los derroteros de la nueva clase. Los vaivenes conceptuales, las oscilaciones teóricas, debían terminar por obra de ese texto, elocuente y profundo.
No era cualquier conglomerado el que estaba a la vanguardia. Carlos Kautsky, uno de los primeros en estudiar a fondo la clase obrera, expresó en uno de sus mejores libros (1) que ella es la única que se interesa por la suerte de toda la comunidad, no porque sus componentes sean superiores a los otros seres, sino porque lo que buscan coincide con la suerte de todos. En otras palabras, mientras los señores feudales y los burgueses hicieron derivar las revoluciones que acaudillaron en el sentido de entronizar privilegios que sólo convenían a los sectores sociales victoriosos, ahora llegaba una clase que no se propone que procura amparar los intereses de todos los asociados. Por eso promete suprimir las diversas clases.
CARACTERISTICAS DEL SISTEMA SOCIALISTA
·         La concepción del Estado como instrumento de dominación de clase.
·         La existencia de un sistema de partido único o de partido hegemónico.
·         El centralismo democrático como principio de organización del partido y del Estado.
·         Un sistema económico centralizado basado en la propiedad colectiva de los medios de producción.
El socialismo utópico
Por eso lo que floreció en aquel momento fue el llamado socialismo utópico. Saint Simon, Fourier y Cabet en Francia y Robert Owen en Inglaterra, vieron que el capitalismo, a pesar de su juventud iba mal, pero no supieron localizar las causas y menos todavía indicar el remedio. Saint Simon, por ejemplo, y toda su escuela, se extasiaban ante las realizaciones técnicas del nuevo sistema económico, y llegaron a reverenciar el industrialismo como a una religión, en lo cual se apartaban de los fisiócratas, partidarios fanáticos de la agricultura, y le abrían las puertas al marxismo, pero su utopismo consistió en que creyeron encontrar el núcleo portador de la justicia social en "una clase industrial", en la que estarían mezclados curiosamente como observa el profesor Bouglé (2), los jefes de empresa, los ingenieros, los organizadores de la producción, los banqueros y naturalmente los trabajadores.
El verdadero aporte de los saintsimonianos al socialismo estuvo sin duda en la denuncia de la propiedad privada, a la cual le quitaron el halo de derecho absoluto, y por eso recomendaron medidas muy concretas como la supresión de la banca privada, por considerarla estrechamente ligada a los privilegios, la creación por consiguiente de bancos del Estado, con bajas tasas de interés y orientadas a financiar empresas de utilidad pública, la eliminación de la herencia y de las rentas sin trabajo. Todo esto adobado con la reiteración del derecho de los pobres a la felicidad. Como dice hermosamente Bouglé, al hacer de la propiedad privada una categoría histórica, es decir, transitoria, los saintsimonianos bañaron ese viejo derecho absoluto en el gran río de Heráclito.
Era natural que el socialismo utópico se desarrollara en los dos países más industrializados, Inglaterra y Francia, donde la cuestión social era particularmente aguda. Si omitimos, por razones de espacio, la referencia a los otros utopistas franceses, Fourier y Cabet, podemos avanzar alguna información sobre Robert Owen, jefe de fila de ese bando en la Gran Bretaña.
MARX
El socialismo marxista mantiene la tesis de que el Estado es un instrumento de dominación de una clase sobre las demás, y que el poder político es la fuerza coactiva organizada al servicio de la clase dominante y propietaria. Así, Engels dice que el gobierno moderno no es más que una organización que se da a la sociedad burguesa para mantener las condiciones generales exteriores del modo de producción capitalista frente a los trabajadores y a los capitalistas aislados.
En consecuencia, el marxismo no solo justifica la existencia del Estado sino que pugna por su desaparición.
ESTADO SEGÚN LENIN
Encontramos en el estado y la revolución de Lenin que el proletariado no tiene necesidad del Estado más que durante cierto tiempo. Que no está en desacuerdo con los anarquistas en cuanto a la abolición del Estado como fin. Afirma que, para alcanzar este fin, es necesario utilizar provisionalmente los instrumentos del poder del Estado contra los explotadores, lo mismo es indispensable (3) para la supresión de las clases la dictadura provisional de la clase oprimida, o sea, del proletariado.

1) La doctrina socialista, Buenos Aires, 1966, pág. 33.
2) Socialismos Francia, París, 1946. Pág. 95
3) Teoría del Estado Simon Younes Jerez pág. 187-188.