martes, 8 de mayo de 2012


BIBIANA R MARIN T.
LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE DESDE EL ASPECTO ECONÒMICO
COLOMBIA Y EL MODELO NEOLIBERAL
Ricardo A. Castaño Z.*
RESUMEN

Desde 1930, la economía colombiana experimentó grandes cambios que la condujeron a una transformación estructural, sin embargo las crisis posteriores provocadas por las caídas de los precios fundamentalmente del café la han hecho fluctuar constantemente. Por otra parte, los conflictos políticos desatados en los cuarenta evitaron que el campo se desarrollara con más vigor. La lucha por la tierra y su tenencia, el problema de la colonización y el surgimiento de la guerrilla, las autodefensas y el narcotráfico, consecuencias de la poca presencia del Estado en las zonas de conflicto, han contribuido al empobrecimiento desmedido que sufre actualmente el país. En este artículo se analiza el efecto de las políticas económicas aplicadas por los gobiernos de César Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana en el marco del mencionado contexto.

Palabras claves: Economía, Colombia, Crisis

La que al final de la segunda guerra mundial y la consolidación del proceso de industrialización, coincidió con la segunda etapa de la sustitución de importaciones y el crecimiento acelerado de productos como las bebidas, el cemento los textiles, entre otros. A esto se debe agregar el aumento acelerado de la deuda externa, que ha puesto a nuestro país en dependencia directa de las decisiones del gobierno de los EE.UU. y las agencias internacionales. La modernización del sector agropecuario fue otro proceso de gran importancia para la transformación de la economía colombiana. Sin embargo los conflictos políticos que se desataron en la década de los cuarenta evitaron que el campo se desarrollara con más vigor, con lo que se podría haber evitado la situación actual de pobreza extrema del campesinado colombiano. Y es que la lucha por la tierra, por su tenencia, el problema de la colonización, el surgimiento de la guerrilla, las autodefensas y el narcotráfico, son consecuencia de la poca presencia del Estado su total ausencia en las zonas de conflicto que son de gran importancia para el verdadero desarrollo del país.

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APERTURA HACIA ADENTRO
La apertura económica llega en su plenitud a Colombia en los 90. Durante el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990) se hicieron todos los preparativos para iniciarla, de tal manera que se ajustara casi a un plan de gobierno, posible de desarrollar en escasos cuatro años; con esta premisa se llegó a pensar que con la caída del esquema socialista en la Unión Soviética y el denominado triunfo del capitalismo a nivel mundial, había llegado la hora de la gran armonía entre todos los países del mundo. La hegemonía incuestionable de la economía de mercado y con ella el resurgimiento del pensamiento liberal, colocaban al “darwinismo social” como alternativa de orden en el que deben imperar competencia, eficacia y productividad.

La pregunta que nos hacemos al leer la cita antes mencionada es ¿cómo puede haber equidad y justicia social en un país donde los grandes monopolios han venido absorbiendo la economía a grandes tragos, en una lucha sin cuartel por el dominio del mercado? Mientras eso sucede la población menos favorecida sigue su lucha por la sobrevivencia, tratando de mantenerse a flote y no ahogarse en el inmenso mar de la inflación dejándose llevar por las olas de la economía del rebusque y las fluctuaciones económicas.

1 La política social de los 90. Análisis desde la Universidad. U. Nal. Ed. Presencia, Santafé de Bogotá 1994. pag. 35.
Ricardo Castaño

Las políticas del plan de desarrollo “La revolución pacífica”, aplicados por el presidente Gaviria (1990-1994), fueron audaces, si se tiene en cuenta que fue el inicio de toda una revolución económica y social, pero pensada desde arriba.

Nuestros gobernantes se han limitado a cumplir con las órdenes impartidas por los grandes grupos económicos a nivel internacional, pero más que por ellos, por la el B.M. y el F.M.I. No se tuvo en cuenta, por lo tanto, la situación real del resto de colombianos, de los cuales una gran parte están sumidos en la pobreza, (17 millones de pobres según el censo de 1993).

LAS REFORMAS

Durante el gobierno de Cesar Gaviria (1990-1994) se abrieron todas las posibilidades para la realización de las grandes reformas políticas, sociales pero fundamentalmente económicas; pues el texto de la nueva Carta Política tiene un alto contenido economicista, y en él se circunscribe todo el funcionamiento del Estado hacia la consolidación de la economía, con miras a una mejor productividad para la competitividad de nuestros productos a nivel internacional.

Las reformas de la apertura económica se iniciaron con el gobierno de Gaviria. Se propusieron en términos generales algunos tópicos de los cuales es importante mencionar los siguientes:

! La reforma arancelaria, que permitió en un momento determinado que el mercado colombiano se inundara de productos provenientes del extranjero, sin ningún control, para competir con los productos nacionales lo que ocasionó una seria crisis en algunas ramas de economía como la textilera.
! La reforma portuaria, cuyo único paso ha sido la privatización de Puertos de Colombia; pero en ningún momento los ha hecho más efectivos, ya que las operaciones se dilatan por semanas, lo que hace que muchos de los productos que allí llegan se pierdan o se dañen debido al largo tiempo de estadía en el puerto.
! La reforma cambiaria, que ha desestabilizado la economía con las medidas monetarias tendientes a detener el aumento del precio del dólar y que trajo como consecuencia grandes pérdidas, sobre todo al sector de la agricultura y en particular a los caficultores.
! La reforma tributaria, con la cual se pretendió recaudar dineros para una supuesta inversión social que realmente no se ha visto. Con esta reforma nos hemos visto perjudicados todos los colombianos, pues el aumento exagerado de los impuestos por ventas IVA, lo estamos pagando todos de nuestros propios bolsillos.
! La reforma al comercio exterior, bajo el supuesto de la internacionalización de nuestros productos con la creación del ministerio de comercio exterior encargado  para este fin, se han logrado prebendas pero para posibilitar el ingreso de más productos extranjeros a nuestro país. Sin embargo, como hacer difusión a nuestros productos, si no somos realmente competitivos, si no tenemos la tecnología necesaria para hacer productos de muy buena calidad para igualarnos a los mercados extranjeros, en resumen, si todavía dependemos de las potencias para la toma de decisiones económicas que nos permitan cierta independencia de ellas.
! La reforma a la inversión extranjera, que ha posibilitado, a pesar de los graves problemas de orden público, la llegada de capitales interesados en invertir en nuestro país; esto ha permitido por ejemplo, la llegada de capitales franceses, los cuales están haciendo grandes inversiones en los yacimientos carboníferos como el Cerrejón, y capitales ingleses a través de la Brithis petroleum Company, cuya mayor inversión está hecha en los nuevos yacimientos petrolíferos de Cusiana y Cupiagua en el pie de monte llanero.
! La reforma a los planes de vivienda, que se convirtió en un verdadero fracaso por los costos reales de esta en Colombia, que a raíz de las grandes inversiones hechas por el narcotráfico, encareció enormemente los precios en las construcciones nuevas y se reemplazó la vivienda de interés social por suntuosas construcciones a costos exorbitantes.
! La reforma laboral, que ha traído graves consecuencias de inestabilidad para la clase trabajadora del país, ya que se han perdido importantes logros obtenidos en épocas anteriores por los movimientos sindicales del país. La flexibilización laboral ha sido la estrategia perfecta por medio de la cual el gobierno ahora se desentiende de sus responsabilidades en lo que a prestaciones se refiere. Además esta reforma (ley 50 de 1990), facilita los despidos colectivos, elimina la obligación de reintegro a trabajadores con más de diez años de servicio, formaliza las agencias de empleo temporales, establece el salario integral, suprime la retroactividad de las cesantías para trabajadores vinculados después del 1 de enero de 1991.



Colombia y el Modelo Neoliberal

La esencia de todo el proceso iniciado por el presidente Gaviria, radica en el hecho de querer buscar para nuestro país, esa renovación política que tanto los colombianos hemos exigido en los últimos años; pero, no se puede negar, que en una iniciativa de estas la economía juega papel fundamental, toda vez, que de esta depende en gran medida el desarrollo mismo político de cualquier país. De esta manera se da comienzo a esa combinación de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente y al mismo tiempo se ponen en marcha las políticas de ampliación de la economía de mercado.

Con la aprobación de la nueva Carta Política se han promulgado una serie de normas que permiten la participación de la población en las decisiones políticas y económicas, a través de las elecciones populares de alcaldes y gobernadores, y la creación de las Juntas Administradoras Locales, que por medio de sus representantes comunales han hecho saber al gobierno sus necesidades inmediatas. Además la descentralización administrativa ha permitido conocer con mayor certeza las posibilidades y restricciones de los municipios.

Lo anterior nos está planteando, que mientras subsista la pobreza en Colombia y los medios de comunicación sigan siendo los mediadores entre el mercado y el usuario, cuyas características siguen siendo paupérrimas, la situación seguirá exactamente igual. Y es que no podemos comparar nuestro país con economías  (Child Jorge. El fin del Estado. Desestabilización política caos institucional. Ed. Grijalbo, Santafé de Bogotá 1994, pag. 99).desarrolladas como las europeas o la norteamericana donde el ingreso per cápita es muchas veces más alto que el nuestro, donde tienen todas las posibilidades, en virtud de su desarrollo y sus ingresos, de comprar productos que en nuestro país solo alcanzamos a ver en avisos publicitarios de los periódicos o la televisión. La gran contradicción, entonces, que nos plantea el nuevo momento histórico en Colombia, es que en medio de procesos de modernización del Estado, consignados en la Constitución de 1991, el país dio inicio a un recorrido por dos caminos distintos, que son realmente contradictorios, uno, el de la internacionalización de la economía, a través de la apertura económica; y el otro, el de “democratización” de la sociedad,
para permitir, como ya se dijo antes, mayor participación de la población en las decisiones fundamentales de la Nación.

LAS POLITICAS PASTRANISTAS Y LA APERTURA ECONOMICA

La última contienda electoral ha demostrado al país, que a la hora de la resolución de los problemas que nos aquejan, nuestros tradicionales políticos se aferran al dolor de la población y toman como bandera de lucha el hacerle frente a la problemática más grave. En ese sentido los candidatos Serpa y Pastrana coincidieron en abanderarse de la paz en Colombia, como única vía de llegar al solio presidencial. Cien días después de su posesión, Andrés Pastrana instaló las mesas de negociación que han venido trabajando con mucha lentitud por qué no ha habido propuestas  concretas para abordar esa histórica problemática. Y es que no se puede hablar con seriedad de la paz en un país donde los derechos humanos se violan constantemente y la injusticia social, como consecuencia de las mismas políticas gubernamentales, es consecuencia de la implementación de políticas que responden a los intereses foráneos de las potencias económicas. La necesidad inmediata de reorientar la economía colombiana por las vías que había iniciado el Gobierno Gaviria, y que había sido reformada por Samper, obligaron a Pastrana a tomar una serie de medidas muy represivas desde el punto de vista económico, que han llevado el país al caos del desempleo, la miseria y un muy fuerte proceso de debilitamiento del Estado frente a lo económico, como lo manda el BM en el marco de la globalización de la economía.

Colombia y el Modelo Neoliberal

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Child, J. (1991) Los grandes desafíos de la apertura económica. Santa Fe de
Bogotá: Grijalbo.
Child, J.:(1994)Fin del Estado. Descentralización política caos institucional. Santa
Fe de Bogotá: Grijalbo..
Child, J. : (1995)Alternativas. Santa Fe de Bogotá: Grijalbo.
Morales Benitez, O. (1997) Apertura, privatización, intervención del Estado,
capitalismo salvaje.Revista Desarrollo indoamericano. Santa Fe de Bogotá, Sept.
De 1997, N° 103.
La política social de los 90. (1994) Análisis desde la Univeresidad.U. Nal. Santa
Fe de Bogotá:Ed. Presencia.
Sarmiento Palacio, E. El modelo alternativo, Conferencia.
Constitución Política de Colombia, 1991.
Situación colombiana. (1995) Informes de coyuntura económica, política social y
social. No. 5, Septienbre, 1995.
Ricardo Castaño
ANALISIS POLITICO No.12 DE ENERO A ABRIL DEL1991

Coyuntura Asamblea Nacional Constituyente en Colombia…
ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE EN COLOMBIA: ¿CONCLUIRÁ POR FIN EL FRENTE NACIONAL?
Luis Alberto Restrepo*

El 5 de febrero comenzó labores la Asamblea Constituyente de Colombia. El monopolio bipartidista instaurado desde el inicio del Frente Nacional (1958-1974) podría estar próximo a su fin. Presentamos aquí el contexto del que nace la iniciativa de la Asamblea Constituyente, hacemos luego un recuento de la evolución de la iniciativa a lo largo de los últimos años, recapitulamos el episodio electoral que la precedió, para sondear, finalmente, el nuevo régimen político que podría estarse forjando en ese foro. Aunque este hecho no superaría la incertidumbre económica y social a la que se enfrenta Colombia, ni resolvería todos los violentos conflictos que la sacuden, sí podría abrir canales para la tramitación pacífica de algunos de ellos.

La Constituyente, ¿un nuevo acuerdo Nacional de paz?

A comienzos de 1989, los narcotraficantes indujeron la inversión repentina de las  estrategias de guerra. Las organizaciones paramilitares que se habían fortalecido al amparo oficial, se sintieron en capacidad de desafiar al Estado y de presentarse incluso como un proyecto alternativo de poder político. En enero de 1989, asesinaron a doce jueces enviados por el gobierno al Magdalena Medio y, más tarde, lanzaron el movimiento político MORENA. Luego, volvieron sus armas contra figuras como la del gobernador de Antioquia y el comandante de la policía de la misma ciudad.

3. LA CONSTITUYENTE, ¿PREFIGURACIÓN DE UN NUEVO RÉGIMEN POLÍTICO?

El plebiscito en favor de la Constituyente fue un voto en contra de la clase política y en favor de un régimen distinto al monopolio bipartidista. Con todo, escapa a la Constituyente otro factor de descomposición nacional, mucho más de fondo. Mientras comienzan a abrirse las compuertas de la participación política, el gobierno impulsa un modelo económico neoliberal más excluyente que ninguno de los anteriores. Es posible que la política del gobierno constituya, en líneas generales, la única opción disponible para Colombia en el actual contexto nacional e internacional, pero ello no disminuye en nada la gravedad de la contradicción en curso.

Para la defensa de los derechos colectivos
Los Incentivos Económicos en las Acciones Populares, desde la Asamblea Nacional Constituyente.
3 mayo, 2011
Recordemos que en el propio seno de la Asamblea Nacional Constituyente hubo plena claridad en cuanto tiene que ver con el carácter constitucional de las acciones populares y sobre la necesidad de establecer en la ley los incentivos económicos para poder garantizar su ejercicio y la participación masiva de la sociedad civil en la defensa preventiva, participativa y solidaria de los derechos e intereses colectivos; en cuanto a que en ella se dijo por ejemplo:
“…No ha sido suficiente el esfuerzo que sobre el particular se ha venido realizando en Colombia. La reglamentación que en esta materia consagran el Código Civil y el Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección del Medio Ambiente (Decreto número 2811 de 1974), aparece lejana del conocimiento y compromiso de toda la Nación. Por tanto, debe ser elevada a una norma de mayor jerarquía y a su vez debe acompañársela de instrumentos efectivos que hagan posible la participación de los asociados en el cumplimiento de este cometido.” (Proyecto de Acto Reformatorio de la Constitución Política de Colombia No. 23, Título: Protección del Ambiente, Autor: Álvaro Gómez Hurtado, Gaceta Constitucional No. 19 de marzo 11 de 1991).
Igualmente, en el proyecto de reforma Constitucional del movimiento político M-19, también se contempló de manera especial las acciones populares y los incentivos económicos en los siguientes términos:
‘Demandar de manera individual o colectiva, en acción pública de defensa, a cualquier persona o entidad, pública o privada, por conductas o actividades que lesionen a una comunidad en particular o a la sociedad en su conjunto y obtener para éstas el resarcimiento correspondiente. La ley que reglamente dicha acción deberá establecer para el actor algún tipo de recompensa o retribución en el evento en que se logre el restablecimiento del derecho colectivo”. (Gaceta Constitucional del día 22 de marzo del año 1991).
Un número significativo de las disposiciones aprobadas por la Asamblea Constituyente fueron concebidas para anticiparse a los desmanes que violentan las reglas elementales de la ética. En casi todas las nuevas instituciones puede apreciarse, claramente, esa intención. La moral administrativa es una sola, pero tiene diversas manifestaciones específicas. La más importante de estas se refiere a la pulcritud con que deben manejarse los dineros públicos, el patrimonio económico de la Nación.”
Entonces, para la Asamblea Nacional Constituyente era absolutamente claro, que el Derecho de los Actores Populares a recibir un incentivo económico en las acciones populares y el Derecho de los Ciudadanos a contar con eficaces herramientas de lucha anticorrupción, son las únicas formas legales que existen para poder garantizar el masivo ejercicio de las acciones populares, estimular a la comunidad a participar solidariamente en la defensa de los derechos colectivos y compensar la onerosa carga que asumen los accionantes; y por esa razón, en representación del pueblo colombiano expresamente ordenó que; “La ley que reglamente dicha acción deberá establecer para el actor algún tipo de recompensa o retribución en el evento en que se logre el restablecimiento del derecho colectivo”.
Pues, de no existir el derecho de los demandantes a pretender y recibir el incentivo económico y no contar con verdaderas herramientas de lucha anticorrupción, la comunidad simplemente no ejercita las acciones populares y no participa en el control del poder político, la fiscalización de la función pública y la defensa judicial de los derechos colectivos; en razón, a que lógicamente no se le estimula a demandar judicialmente y se le impone una pesada carga que es injusta, desproporcionada, irrazonable e imposible de cumplir.
Agravando la situación, que cuando se deroga el Derecho de los ciudadanos a solicitar y obtener que se les expida copia auténtica de los documentos referidos a la contratación administrativa, para poder pretender la responsabilidad patrimonial solidaria de los contratantes y contratistas cuando se trate de sobrecostos y otras graves irregularidades contractuales; Indiscutiblemente se transgreden los principios constitucionales de transparencia, moralidad administrativa y participación democrática en la función pública, que indiscutiblemente inspiraron a la Asamblea Nacional Constituyente al momento de debatir, crear y expedir la nueva Constitución Nacional del año 1991.
En este orden de ideas, bajo el esquema conceptual inspirado desde la propia Asamblea Nacional Constituyente, es claro que las acciones populares en un Estado Social de Derecho, siempre deben combinar el deber de solidaridad que a todas las personas nos atañe, con la obligación permanente del Estado de inducir, promocionar, patrocinar, premiar, compensar y, en general, estimular el ejercicio de las acciones populares y la protección solidaria de los Derechos Colectivos; en orden a poder garantizar que se compense económicamente el ejercicio de las acciones populares, se estimule la participación masiva de los ciudadanos en la preservación de determinados bienes jurídicos de especial connotación social y se financie el Fondo para la Defensa de los Derechos Colectivos.
Es decir, respetando el pensamiento que cada cual pueda tener sobre la forma de hacer efectivo su deber ético de solidaridad en Colombia, el Congreso de la República siempre debe prever en la ley el Derecho de los demandantes a recibir un incentivo económico en las acciones populares y el Derecho de los ciudadanos a solicitar y obtener que se les expida copia auténtica de los documentos referidos a la contratación administrativa, para poder pretender la responsabilidad patrimonial solidaria de los contratantes y contratistas cuando se trate de sobrecostos y otras graves irregularidades contractuales.
Por lo tanto, respetuosamente considero que la norma que deroga el Derecho de los demandantes a pretender y recibir los incentivos en las acciones populares, y elimina el Derecho de los ciudadanos a solicitar y obtener que se les expida copia auténtica de los documentos referidos a la contratación administrativa, para poder pretender la responsabilidad patrimonial solidaria de los contratantes y contratistas cuando se trate de sobrecostos y otras graves irregularidades contractuales; desconoce los verdaderos motivos que llevaron al pueblo de Colombia representado en la asamblea nacional constituyente del año 1991, a ordenar su expresa consagración en la ley., Traicionando de esta manera, todos los derechos, valores, principios y garantías que deben inspirar el desarrollo y progresividad del ordenamiento jurídico colombiano en materia de protección solidaria, democrática y participativa de los derechos e intereses colectivos; pues, convierte a los derechos colectivos consagrados en el artículo 88 de la Constitución nacional, en letra muerta, inoperante e impracticable, al descompensar, desestimular, obstaculizar e impedir su masivo ejercicio y protección.
Respetuosamente.,
JUAN CARLOS ECHEVERRY NARVAEZ.
COMENTARIO PERSONAL
Con el análisis de cada uno de los artículos anteriores nos podemos dar cuenta que todos coinciden en la apreciación de que lo que quería o uno de los fines principales de los integrantes de la ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE era la reforma económica ya que es el país en diferentes épocas y con diferentes mandatarios que lo único que han pretendido es un interés particular el cual ha llevado a nuestra Nación ha estar al borde de una crisis económica muy lamentable, pues no por muchos esfuerzo inequívocos el crecimiento de la pobreza es y seguirá siendo  absurdo e incontrolable por que las elites sociales están dedicadas a dividirse el país como si fuese una torta de nadie, sin ningún doliente por eso la apreciación del último artículo en donde se enfatiza que las consultas populares deben tener algún tipo de beneficio económico, eso como para darle contentillo o falsa expectativas pues la ansiedad por el cambio  se encuentra latente en el pueblo, y pide una reforma económica  que colme las expectativas de manera real.


Por: Adriana Peña Galvis
EL SISTEMA DE PARTIDOS, MÁS ALLÁ DE LA COYUNTURA ELECTORAL
Probablemente dentro de cuatro legislaturas, los partidos políticos en Colombia llegarían a configurarse como tal. La historia muestra un comportamiento atípico de estas colectividades, sustentadas más bien por proyectos personales. Así lo señala el libro Partidos políticos y Congreso. Élites políticas y mayorías parlamentarias en Colombia en la década de los noventa, resultado de una investigación del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional.
Mucho se ha dicho y escrito recientemente sobre cómo se va a transformar el sistema de partidos en Colombia a partir de la Reforma Constitucional electoral de 2003 y de las próximas elecciones para Congreso y presidenciales. En la mayoría de esos análisis los autores asumen la tarea de intentar prever lo que sucederá en el inmediato futuro, estudiando las coaliciones; pero como éstas cambian día a día, cualquier predicción tiene una vida útil muy corta.
En lugar de pretender una nueva cábala de resultados electorales a partir de acontecimientos, el Grupo de Investigación de Partidos Políticos prefiere contestar a dos preguntas básicas, quizá menos arriesgadas pero probablemente más trascendentales para entender el pasado, presente y futuro de la política colombiana: ¿Qué sistema de partidos hemos tenido hasta ahora?; ¿qué sistema de partidos se va a configurar a mediano plazo?
LO QUE TUVIMOS
Respecto de la primera pregunta, ya podemos hablar de sistemas de partidos medianamente definidos en la historia de Colombia, por lo menos hasta 1991, cada colectividad con uno o dos protagonistas definidos y una forma identificable aunque a veces variable de actitud de los partidos opositores.
Pero también se concluyó que la situación no ha sido tan clara en los últimos 15 años, incluso sin considerar el difícil tema de las relaciones entre los presidentes y sus partidos. Estas son las distintas opciones de análisis para intentar caracterizar el sistema de partidos que hemos tenido desde 1991 y que muy seguramente va a cambiar en los próximos años:
Sistema bipartidista: a primera vista, con una comprobación mecánica de las mayorías en el Congreso, éste caracteriza el sistema de partidos en Colombia después de la Constitución de 1991, pues la mayoría de las curules siguieron perteneciendo a miembros liberales y conservadores, de 1994 en adelante.
Sistema de partido predominante: si se analizan en detalle los resultados electorales desde 1991, se observará cómo el partido liberal ha sido dueño en casi todo el periodo de más de la mitad de las curules parlamentarias, siendo el conservador solo el mayor de los minoritarios.

Sistema multipartidista: esta percepción surge del simple hecho de que partidos diferentes al liberal y al conservador aumentaron su participación en el Congreso, hasta alcanzar en las últimas elecciones un número igual de curules que los tradicionales.
Sistema bipartidista fragmentado: a pesar de la contundencia de la gráfica 3, lo cierto es que si se suman liberales y conservadores que se presentaron por terceros partidos al Congreso, en el fondo siguen siendo liberales y conservadores. Nos encontramos entonces con un bipartidismo persistente pero fragmentado en el interior de cada colectividad (véase gráfica 1).
Sistema bipartidista con predominio liberal, en crisis y en transición: este parece ser el escenario más acertado, puesto que el sistema sigue siendo bipartidista (liberal-conservador), dado que la mayoría de las tercerías son rojiazules. En su bipartidismo, el sistema tiene un claro predominio liberal, dígase lo que se diga, que no alcanza a constituirse en sistema de partido predominante dados los permanentes pactos entre ambas colectividades.
Ese bipartidismo está en crisis porque, sobre todo en los últimos 15 años, no hay cohesión partidaria en ninguno de los dos partidos: ni para proponer leyes de común acuerdo ni al momento de tomar decisiones, salvo en coyunturas muy especiales.
Está en transición porque internamente los partidos han venido transformándose hace algunos años. Ha sido un trabajo silencioso pero efectivo, que preparó el terreno para la reforma electoral de 2003, orientada a crear justamente partidos fuertes, disciplinados y con claridad ideológica.
LO QUE TENDREMOS
Lo que aparece ante la opinión pública como graves divisiones dentro de la derecha y de la izquierda colombiana no son más que los movimientos tectónicos de un sistema de partidos que por fin se está normalizando, tras siglo y medio de atipicidad disfuncional. Es arriesgado adivinar qué pasará en las próximas elecciones o incluso en las siguientes, pero sin querer hacer futurología política, puede preverse un escenario multipartidista parecido al siguiente en tres o cuatro legislaturas más:
Es muy probable que Carlos Holguín, Vargas Lleras, Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe, hagan parte de un mismo partido de derecha, una especie de Partido Popular a la colombiana, o por lo menos de un mismo bloque de partidos, definidos ideológicamente en un centroderechismo que admita miembros moderados y menos moderados, pero no radicales.
Éste competirá electoralmente con un gran partido de izquierda, o un bloque de partidos de centroizquierda. De él seguramente hará parte un Partido Liberal, sin terratenientes, que oscilará entre la socialdemocracia y la tercera vía, aunque muchos lo seguirán tildando de neoliberal encubierto, por el historial político de algunos de sus líderes, o por su timidez a la hora de asumir actitudes progresistas en determinados temas.
Dicho partido, ocasionalmente, establecerá alianzas con los más moderados de centro-derecha, pero la mayor parte del tiempo estará aliado con un partido formado por los políticos de izquierda moderada y ex liberales que se consideraron más a la izquierda que su propio partido. Entre ellos seguramente estarán los garzones, Piedad Córdoba, María Emma Mejía, e incluso Navarro.
Un partido de izquierda más lejano del centro, establecerá alianzas frecuentes con la izquierda moderada, y ocasionales con el Partido Liberal, pero mantendrá esa actitud crítica propia de la izquierda tradicional, menos dispuesta a ceder en ciertos asuntos. En él tendrían cabida incluso los eventuales desmovilizados de un acuerdo de paz con las guerrillas.
Tal proyección puede parecer más un producto del deseo que del análisis, pues ese escenario es ideal en términos de gobernabilidad. Pero lo cierto es que el proceso de reconstitución del sistema de partidos ya ha comenzado a gestarse en los últimos años en diferentes momentos, veamos algunos:
. Cuando se aliaron el oficialismo liberal, el Polo Democrático y el Frente Social en contra de tres asuntos claves: el referendo, la reelección y el candidato uribista a la Alcaldía de Bogotá.
. Cuando salieron del Partido Liberal, por varios motivos, líderes más cercanos a un pensamiento de derecha, y crearon sus propios partidos.
. Cuando el partido conservador reconoció que Uribe era su norte en términos ideológicos y lo apoyó sin pudores en adelante.
. Cuando el Polo Democrático comienza a escindirse en dos grupos, uno más cercano a los liberales progresistas y otro más purista, lo que genera la renuncia a la candidatura de Navarro y el rumor de que puede crearse un partido nuevo de izquierda para estas elecciones.

MI COMENTARIO: La situación política Colombiana vivida por la población desde el año 1955 generó una alta violencia en Colombia con la conformación del partido liberal y conservador, quienes provocaron una pérdida en la tradición democrática, la ruptura del orden constitucional, desorden y crisis económica y la pérdida del equilibrio en los derechos ciudadanos y en esto no podemos hablar de Colombia como un País democrático, ya que claramente sabemos que el derecho a participar en las urnas no hace que se cumpla la democracia en nuestro país, la historia de las coaliciones y el bipartidismo nos muestran claramente la lucha por el poder entre "rojos" y "azules" por así llamarlos, y quedando siempre en medio los ciudadanos como víctimas de la furia de titanes que solo piensan en mantenerse en el poder sin importar a quienes tengan que derrocar o a causa de quienes tengan que engañar para lograr sus propósitos personales, hablando y diciendo solamente lo que el pueblo necesita y quiere escuchar en momento de elecciones y aprovechándose de la necesidad y la urgencia de soluciones a la inmensa cantidad de problemáticas públicas que son la plataforma para el proselitismo político, vadera de sus campañas.
En el estudio de esta historia de poderes y comparando la historia con la actualidad, nos damos cuenta que lo único que ha cambiado son los personajes y las épocas, porque seguimos viendo las mismas falencias de gobernabilidad, la misma corrupción, las mismas o tal vez más demandas del pueblo sin resolver y un creciente déficit económico que se ha venido aumentando en el país por causa del robo descarado de nuestros dirigentes.





POR: Jeaneth Gutierrez Guzman



LA SUBVERSION EN COLOMBIA
La subversión marxista, por primera vez aliada a los carteles del narcotráfico en un golpe terrorista, quiso derrocar el gobierno del Presidente Betancur, asegurar la impunidad para los narcotraficantes de los carteles de Cali y Medellín, y de paso tomarse el poder en Colombia por medio de un espectacular asalto que conmovió al mundo.Poco antes, un régimen comunista se había instalado en Nicaragua, después de una sangrienta toma del congreso de ese país por parte de las guerrillas sandinistas. El M 19 quería repetir la historia en Colombia, al juzgar que la actitud del País ante el chantaje sería la claudicación. Después del asalto al Palacio de Justicia, la historia colombiana se partió en dos, pues este episodio fue el comienzo de una guerra implacable entre el Estado de Derecho y la subversión marxista. Por casi 25 años han corrido ríos de sangre por todos los rincones de Colombia. Militares, policías y ciudadanos de todas las actividades imaginables por un lado; guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes por otro. Dos caras de un conflicto que marcó profundamente nuestra historia reciente y que gracias a una política firme y categórica del actual gobierno se ha ido superando, aunque no ha terminado.
La guerra política que se prepara y realiza desde el exterior del país tiene precisamente dos niveles principales:
1. El primer nivel aborda el trabajo de sensibilización de los principales medios extranjeros que informan sobre Colombia, sobre todo la televisión y la prensa escrita, y de las organizaciones militantes de la izquierda europea y norteamericana, y sus asociaciones, frentes y ONGs colaterales. La prioridad es, como en el espacio interno colombiano, suministrar información dirigida a los medios y a los forjadores de opinión.
2. El segundo nivel trabaja de manera mucho más orgánica: en la constitución de redes de “solidaridad” y de acción política de colombianos en el exterior. Esta actividad consiste en favorecer la creación de asociaciones, “colectivos” y “coordinadoras” de colombianos en las principales capitales de Europa y de Estados Unidos, bajo la apariencia de asociaciones amplias “de colombianos” motivados por intereses profesionales, culturales, científicos, populares, deportivos, etc.  También incluye la formación de círculos políticos minoritarios, menos explícitos y visibles, que aparecen bajo el patrocinio de formaciones políticas legales en Colombia. El Polo Democrático Alternativo (PDA) es, por ejemplo, la fuerza que admite jugar ese papel de elemento aglutinador visible, mientras que organizaciones como el Partido Comunista de Colombia, el ELN o las FARC, no son utilizadas ahora en la producción de documentación “hacia fuera”.
3. El sentido de propiciar “coordinadoras” o grupos “amplios” y “no politizados” de colombianos en el exterior es claro: utilizar esas asociaciones como reserva humana y como observatorio de las individualidades más manipulables y más “motivadas” para emprender actividades políticas ulteriores y discretas de propaganda o de acción. El pretexto para la animación de estos grupos “de vanguardia” es la realización de tareas  “de resistencia del pueblo colombiano” en el exterior. Todo ello siempre en consonancia, de hecho, con las prioridades y campañas de la subversión armada en Colombia.
4. Actualmente esos agentes han logrado poner en pie un organismo de pretensiones europeas que se  llama “Red Europea de Solidaridad con Colombia” (REDHER – Réseau Européen de Fraternité et de Solidarité avec la Colombie). Ese organismo aglutina grupos de Alemania, Italia, Gran Bretaña, Suiza, Bélgica, Francia, Irlanda y España. El grupode este último país está vinculado, entre otros, a un grupo aberzale, el “Komite Internazionlistak”.
5. El PDA impulsa la creación de “coordinadoras populares” en varios países europeos. Se presenta como el representante único de la llamada “izquierda democrática colombiana”, y como el propietario de “más de un millón de votos” obtenidos en las elecciones parlamentarias de 2006.  Sin embargo, la fuerza dirigente de ese PDA es el PCC (Partido Comunista Colombiano), formación política leninista que no llena los requisitos de toda izquierda democrática que se respete pues no ha renunciado jamás a la violencia como instrumento para imponer su programa y sus ideas a la población. 
La respuesta del Estado
La respuesta del Estado y de la sociedad civil colombiana debe ser la movilización de recursos intelectuales y materiales estables destinados a contrarrestar la acción de esas redes. Esa movilización de recursos supone la creación de un organismo constitucional  nuevo, pues los organismos oficiales colombianos existentes, como el ministerio de Relaciones Exteriores, la Fiscalía, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, no bastan para llenar el vacío que existe en esa materia dentro y fuera del país, y ni siquiera tienen un cuerpo jurídico y de doctrina susceptible de orientar correctamente su actividad en esa materia.Varias naciones democráticas europeas fueron objeto durante décadas de la guerra política. Sin embargo, Occidente no fue conciente durante años de la existencia de esa guerra subversiva. Europa y Estados Unidos, sobre todo después del fin de la segunda guerra mundial, estuvieron incluso a punto de ser sumergidos por la técnica de la “mentira total” venida del Este. La civilización occidental, sin embargo, salió adelante y el imperialismo soviético se derrumbó. Colombia debería seguir el ejemplo de esas naciones democráticas europeas las cuales lograron crear dispositivos constitucionales de lucha contra la guerra psicológica y política.
La “subversión”  aquí no es aquella que muchas veces oímos simposios o cosas por el estilo. Fals Borda se queja de que la palabra “subversión” haya tomado vistos de inmoralidad, visos de ser antisocial y querer destruir la sociedad. Este es el significado que los poderosos le dan a “subversión” – sencillamente porque amenaza sus intereses. Pues bien, Fals Borda retoma el término “subversión” como un conjunto de movimientos sociales que quieren y pretenden cambiar el “orden social” de acuerdo a sus propios ideales, para construir una nueva y mejor sociedad. Los subversores son especialmente peligrosos para aquellos que detentan el poder, pues podrían perderlo en la nueva y mejorada sociedad.
http://joannacastro.wordpress.com/2011/01/25/la-subversion-en-colombia-el-cambio-social-en-la-historia/

POR: LOPEZ RODRIGUEZ HELMER OSWALDO (FAVOR CONFIRMAR SI ES EL AUTOR)


La economía en una sociedad violenta
Mauricio Rubio.
En Colombia la preocupación de los economistas por temas escabrosos como la violencia y el crimen surgió por razones diferentes. Tal vez tratando de dar cuenta del agotamiento del modelo de desarrollo, En los últimos años el interés se ha visto reforzado por la progresiva contaminación de múltiples facetas del ámbito económico con asuntos criminales. Las amenazas de descertificación o sanciones comerciales, las presiones internacionales por los derechos humanos, y la emigración de empresas por razones de seguridad han reorientado en Colombia el perfil óptimo del Ministro de Hacienda, y del dirigente gremial, hacia una persona que entienda de temas penales y de orden público tan bien como de aranceles o tasas de interés.
Dimensión de la violencia 
Los antecedentes más lejanos del interés de los economistas colombianos por el crimen son los esfuerzos que hacia finales de la década de los setenta hicieron algunos macroeconomistas para tratar de medir la magnitud del narcotráfico. Esfuerzos en las mismas líneas se han seguido haciendo hasta la fecha. Vale la pena destacar, dentro de este conjunto de trabajos, las grandes diferencias en cuanto al tamaño que se ha estimado para esta actividad. También es recurrente en ellos la falta de un tratamiento integral de la industria, más allá de su efecto sobre las variables macroeconómicas. Está por último el hecho que, con contadas excepciones, los economistas han tratado siempre de minimizar la magnitud del fenómeno. 
También orientado a llamar la atención sobre el tamaño de una actividad al margen de la ley está un conjunto reducido y reciente de investigaciones preocupadas por las finanzas de la guerrilla. El objetivo primordial de estos esfuerzos, de clara estirpe económica, ha sido el de mostrar que la subversión es también una actividad muy lucrativa. 
Otra categoría de trabajos interesados en la magnitud de la violencia y el crimen en Colombia son aquellos basados en el análisis de estadísticas sobre incidentes criminales. Entre estos, los que se han concentrado en la violencia homicida presentan como denominador común el deseo por llamar la atención sobre sus excepcionales niveles en el país. No les falta la razón: a partir de los años setenta la tasa de homicidios colombiana 1. empezó a crecer aceleradamente, alcanzando proporciones epidémicas a mediados de la década de los ochenta. En el término de veinte años se cuadruplicaron las muertes violentas por habitante para llegar a principios de los noventa a niveles sin parangón en las sociedades contemporáneas. En la primera mitad de la presente década, y sin que se sepa muy bien la razón, la tasa descendió continuamente para repuntar de nuevo en 1996.
Con la reciente agudización del conflicto han aparecido en el país síntomas de subregistro de los homicidios. Los relatos periodísticos sobre las masacres dejan la impresión de que, en algunas zonas, se está perdiendo la capacidad institucional para contar los muertos. Aún haciendo caso omiso de este problema, las tasas de homicidio colombianas parecen excesivas desde cualquier perspectiva. Son muy superiores a los actuales patrones internacionales, dentro de los cuales tasas similares se han observado únicamente en sociedades en guerra declarada. Países que en ¡a actualidad se consideran agobiados por la violencia presentan tasas equivalentes a la quinta o la décima parte de la colombiana. La relación actual entre la tasa colombiana y la de algunos países europeos o asiáticos es superior a cuarenta a uno. Para encontrar en Europa tasas parecidas en tiempos de paz, y para ciertas localidades específicas, es necesario remontarse al siglo XV, antes de que se iniciara el largo proceso de pacificación de las costumbres y de cambio en la forma como se solucionaban los conflictos.
Así, los simples órdenes de magnitud de la violencia homicida en Colombia durante la última década dan luces sobre su naturaleza. Se trata de un país en guerra. Ninguna sociedad contemporánea, ni ninguna comunidad para la cual se disponga de registros históricos, presenta en tiempos de paz niveles semejantes de violencia.
Otra característica de la violencia homicida es su alta concentración regional. Los veinte municipios más violentos del país, en dónde reside menos del diez por ciento de la población dan cuenta de casi la tercera parte de las muertes violentas. En cincuenta localidades, con un poco más de la quinta parte de los habitantes, ocurren más de la mitad de los homicidios. Aún en las grandes ciudades, la mayoría de las muertes violentas se dan en unos pocos barrios.
El conocimiento que se tiene sobre la dimensión de la criminalidad, y sobre su evolución durante las últimas dos décadas, es más precario. Los estudios sistemáticos son pocos y recientes. Las limitaciones en materia de información son importantes y dependiendo de la fuente que se utilice cambian las conclusiones básicas.
De acuerdo con las encuestas a las víctimas, la evolución de la criminalidad en Colombia ha estado determinada por la de los delitos contra la propiedad, cuya incidencia aumentó entre 1985 y 1995. Por ciudades, las tasas de criminalidad presentan gran heterogeneidad tanto en número como en características.
Los registros de denuncias de la Policía muestran otra tendencia. Después de un aumento uniforme entre 1960 y la mitad de los setenta, de un corto estancamiento hasta el inicio de la década de los ochenta se observa un descenso continuo durante los últimos quince años. Así, las cifras que reporta la Policía Nacional y las de las encuestas son inconsistentes, en niveles y en tendencia. La explicación más razonable para esta incoherencia es la de un progresivo subregistro de las denuncias por parte de las autoridades, producto a su vez de deficiencias de la justicia penal.
Como gran tendencia de la criminalidad colombiana en la última década, esta sí independiente de la fuente de información, se debe destacar la reorientación de los delitos hacia aquellos con recurso a la violencia. Antiguamente en Colombia, como en la mayoría de las sociedades, se robaba, ahora se atraca.
En último conjunto de trabajos que pretende dimensionar la violencia lo constituye la geografía de los actores armados en Colombia. Estos esfuerzos también son recientes y en ellos la participación de los economistas es más limitada. Se encuentran estudios sobre esmeralderos, guerrilleros, paramilitares, milicias y bandas juveniles; testimonios e historias de vida; entrevistas con líderes guerrilleros, ex-guerrilleros o autobiografías de reinsertados, trabajos regionales, mapas con la presencia de organizaciones armadas en distintas regiones, pormenorizados recuentos de violencia extrema, etc.... La heterogeneidad de los trabajos en este campo es considerable y parece proporcional a la variedad de las manifestaciones de violencia que se dan en el país. Uno de los personajes más misteriosos, en perfil y en magnitud, sigue siendo el delincuente común.
Como gran contraste con el amplio número de trabajos estadísticos y descriptivos sobre la violencia homicida, la criminalidad y los actores violentos organizados, es limitado el conocimiento que se tiene sobre la violencia familiar y aún más precario aquel sobre la violencia interpersonal. Paradójicamente, una de las manifestaciones de la violencia que mayor atención ha recibido recientemente en materia de políticas públicas, la violencia rutinaria y de intolerancia, es a la vez una de las menos estudiadas y medidas. La única información disponible sobre la evolución de este tipo de violencia, las denuncias por lesiones personales, muestra una evolución decreciente desde principios de los ochenta.
 1.2. Las secuelas redistributivas
Aunque el impacto más directo de la violencia y el crimen son de índole distributiva es sorprendente la escasa referencia que se hace en los trabajos realizados por economistas a esta dimensión del problema. De manera recíproca también es sorprendente, en los estudios sobre distribución del ingreso, la falta de referencias a la colosal redistribución de riqueza que se dio en el país en las últimas décadas como resultado de las actividades ilegales.
La estimación del monto anual de los recursos que se transfieren en Colombia por efecto del crimen es considerable, como también es importante la concentración de la riqueza ilegal en pocas manos. De acuerdo con lo que se rumora con las fortunas del narcotráfico o con los ingresos estimados para los grupos guerrilleros, el país habría sufrido un retroceso de varias décadas en materia de distribución. La propiedad rural también muestra una gran concentración. La última anotación sobre el impacto distributivo de la violencia es que los mayores efectos negativos se están dando sobre los segmentos más pobres de la población. 
Como gran laguna dentro de los ejercicios orientados a estimar el monto de las transferencias ilegales de recursos está la corrupción estatal, fenómeno que se destaca por el abismo existente entre la preocupación que suscita y los esfuerzos por medirlo.
 1.3.    Los efectos sobre la eficiencia
Otro gran componente del impacto del crimen tiene que ver con la forma como afecta la asignación de recursos. Dentro de esta categoría, un rubro importante lo constituyen los gastos que se hacen para prevenirlo, aliviarlo o controlarlo. El análisis sistemático de la evolución del gasto militar y el de la rama judicial es todavía incipiente. Los trabajos en este campo son análisis clásicos de presupuesto, que buscan detectar tendencias y relaciones con ciertas variables agregadas. Actualmente el gasto público en seguridad y justicia se sitúa alrededor del cinco por ciento del producto, del cual un incremento de dos puntos se dio durante los años noventa.
Un efecto indirecto que, por último, vale la pena mencionar es el que se podría estar dando por la vía de los llamados costos de transacción. En estas líneas, estudios de caso para el sector agrícola en la región de Urabá, plantean como efectos la desadministración, el ausentismo de los propietarios, la rotación de administradores con poca autoridad, el robo de insumos, la baja en la calidad, y la aversión al riesgo de los prestamistas.
Bibliografia.